jueves, 31 de diciembre de 2020

Reseña de El beso de la mujer araña, de Manuel Puig

El beso de la mujer araña

Autor: Manuel Puig

Libro autoconclusivo

Dato curioso: hicieron una película de este libro. De hecho creo que más de una.

Sinopsis: El libro relata la historia de dos presos durante la última dictadura militar en Argentina que conviven en la misma celda, uno político y una mujer trans, condenada "por corrupción de menores".


Resumen

El libro nos cuenta mediante diálogos la convivencia en la misma celda entre Valentín Arregui, un preso político de la dictadura militar, y Molina, una mujer trans condenada por corrupción de menores/homosexualidad. A través de sus conversaciones, conocemos sus historias y personalidades, sus miedos, y vemos profundizarse el vínculo. Molina suele contarle películas de memoria a Valentín, y el autor introduce elementos a través de ellas también.


Reseña

Fantástico. Eso para empezar.

Para seguir, quiero hacer una aclaración: realmente nunca la nombran como "mujer trans" a Molina, pero ella misma se nombra repetidas veces en femenino y explica que es una mujer, que no ve en sí misma a un hombre, y otros comentarios parecidos. Considero que si no se utiliza ese término es por simplificación de la editorial o porque no eran las mismas épocas, pero ella manifiesta eso e incluso se diferencia del tipo de "varones gays" que están entre ellos; describe que a ella le gustan los varones a los que les gustan las mujeres, porque ella es una mujer como cualquier otra.

Otra edición
Creo que el autor maneja sorprendentemente bien este tema. Lo hace de forma natural, creíble, sincera y simple. Según entiendo, él (Puig) era un varón cis, gay.

Me encantó todo de este libro. Pero en especial me encantó la construcción del vínculo entre ambos, y como se ven reflejadas sus personalidades. Me dio la sensación de que el autor supo impregnar toda su obra con los temas de fondo. Está fantásticamente bien construida la psiquis de cada uno, y está muy bien demostrado en conversaciones, acciones, detalles que parecen nimios.

Me gustan los numerosos momentos de vulnerabilidad por los que va pasando Valentín, que lo abren de a poco, y cómo al principio era un idealista visionario que renegaba del sentimiento humano en pos de algo más grande, y poco a poco, a medida que las conversaciones pasan y él mismo va reentendiendo cosas de sí mismo y sus emociones, se muestra abierto y accesible, intrigado por lo muy mundana e inteligente desde ángulos que él no comprendía que termina resultando Molina. Asimismo, le sorprende muchísimo su generosidad, su genuina preocupación por él.

Me parece que lo más importante del libro, además de la acostumbrada experimentación en cuanto a formatos narrativos que explora el autor, es justamente el vínculo que se gesta; el enemigo que queda afuera y que en la relación humana se evapora. Entiendo que el mensaje pasa también porque se pueden cruzar los límites y escuchar, hacer un mix entre el idealismo burgués acostumbrado a que lo mundano no importa, y acceder a fortalezas a partir del pensamiento. Me parece que se plasma muy bien la mezcla entre ambos, entre ambas realidades. Lo va haciendo desde muchísimos ángulos: desde cómo y cuánto se hablan/comparten, hasta cómo uno impregna con su pensar, sus observaciones, al otro.

No creo, no obstante, que el libro hable sólo del vínculo entre los personajes, creo que reconfigura el vínculo narrador-lector, no sólo (de nuevo) con sus técnicas, sino también con invitarnos a abandonar preconceptos y adentrarnos en entender lo que importa de la historia. Se despoja de casi toda descripción escénica, casi que abre la novela con acontecimientos un tanto asquerosos, que obligan al lector a cruzarse con la crudeza de la realidad de la que se está leyendo.

Pero además, y esto me pareció no sólo interesante sino sublime, hay un par de detalles que quiero remarcar.

En primer lugar, tenemos un primer escalón narrativo: el fluir de conciencia, el de cada uno con sí mismo, que no sólo es muchísimo menos reservado/estructurado que el resto, sino que también deja una impresión absolutamente informal, a veces con conexiones que nos cuesta entender. Entramos en lo íntimo de los pensamientos de los personajes, encontrándonos de lleno con quienes son, a qué le prestan atención, qué les quedó rondando por la cabeza.

Cuando hablan ellos, entre ellos, el formato es lo más sencillo posible considerando que existe una interacción social: cuadros de diálogo, sin aclarar quién habla más que por ocasionales vocativos (aunque en cierto punto dejan de ser necesarios, porque el autor construye tan sólidamente a sus personajes que las formas de hablar se distinguen perfectamente), entrando en ellos a veces cuando están en la mitad, sin aclarar cuánto tiempo pasó desde el diálogo anterior por ejemplo con un comentario extra conversacional. Simplemente, ellos dos, hablando (aquí vuelve a aparecer esto de "dejar al enemigo afuera", dejar las normas afuera, los protocolos).

Luego, cuando Molina habla con el Director del penal, cambia un poco el formato: se asemeja más a una obra de teatro; si bien sigue siendo sólo diálogo, antes de cada frase se aclara quién la pronuncia ("DIRECTOR: (...)"), no hay mucho espacio para la divagación a la que estamos acostumbrados entre los presos, y si bien a Molina la seguiríamos reconociendo sin que nos aclarasen que es ella, lo hacen, y mediante la palabra "PROCESADO". No sólo cambia el tipo de vínculo que efectivamente hay entre los personajes que dominan la escena, sino que cambia el nivel de formalidad en la presentación hacia nosotros. Parece un ambiente un poco más tenso, más actuado, en el que Molina vuelve a ponerse un poco una careta y el autor lo plasma en los personajes y en la forma en la que la información llega a nosotros.

Y por último, aparece sobre el final del libro un nuevo formato: el de informe policial. Muchísimo más formal, que se detiene exhaustivamente en detalles, por ejemplo, horarios, o de ubicación (lo cual, de hecho, es curioso si pensamos que Molina se detenía mucho en detalles "irrelevantes" cuando narraba las películas, como por ejemplo en la ropa, la iluminación, los peinados, y que aunque al principio Valentín se lo marca y exige él poder comentar a su propia forma también, desde lo que a él le interesa, luego lo acepta y casi ni nos acordamos de que sigue haciéndolo, lo interiorizamos, pero nuevamente cuando llegan los informes reparamos en lo molesto de, ahora, estos detalles). Nos separa de a quien nosotros conocemos y a quién nos acercamos mediante el resto de la novela (el personaje al que investigan), para presentarnos la versión más alejada, la que tiene la policía, la dictadura, despojada de toda emoción que hubiéramos encontrado.

Es una escalera, cuanto más ascendemos, más alejados de lo interno estamos. De la "verdad" de cada personaje, por más confusa y contradictoria que pueda ser, de su "esencia".

Y dentro de esto, es hermosa en otro nivel la conexión que llegan a generar Molina y Valentín. Muy emocionante.

No hay muchísimo más que yo pueda decir. O, mejor dicho, sí, hay mil cosas analizables, mil detalles hermosos, importantes, remarcables, pero creo que esa magia hay que ir descubriéndola con la lectura. Que quede claro, entonces, de lo que sí puedo hablar: vale muchísimo la pena, y el autor lo hace muy bien. Todo.

Hay mucho escrito, igualmente, sobre esta novela, estoy interesado en leer algo de todo eso, pero además tengo ganas de digerirlo y traerles una reseña un poco más completa, tal vez más parecida a un análisis. Quién sabe.

No podía cerrar el año con una lectura mejor. Siento que encaja con varias cosas que había estado digiriendo y procesando, además de que es sencillamente espectacular.

Mi puntuación:

1000/10

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