jueves, 9 de mayo de 2019

Reseña de El trabajo de los ojos, de Mercedes Halfon

El trabajo de los ojos
Autora: Mercedes Halfon
Libro autoconclusivo
Sinopsis: El relato autobiográfico de Mercedes Halfon parte del estrabismo, que afectó a la autora desde la infancia y desliza una teoría de la subjetividad



Resumen

Siguiendo la línea de la reseña anterior, esta también es una biografía novelada, pero mucho más sutil y sobre todo mucho más metafórica.



Reseña

La nouvelle nos narra la "historia clínica" de una mujer con estrabismo, sus pasos por les distintes médiques, un poco de qué es el estrabismo en sí y, sobre todo, algunas implicancias en su día a día y en su pensamiento.
Lo interesante de este libro, a diferencia del otro autobiográfico que reseñé hace poco, Soy Sabrina, soy Santiago, no es el estrabismo en sí, sino cómo afecta a su vida y a su subjetividad tenerlo. Desde reflexiones muy interesantes sobre lo poco objetivo en la vista, hasta el peso social que existe sobre poder o no poder ver (ver mal un punto, no ver la idea, etc.), la autora nos desliza por debajo de la trama muchísimas cuestiones más bien de orden filosófico, que sin duda nos van a dejar pensando.
Es corto, entretenido y muy recomendable para seguir pensando en los pilares sociales y cómo nos sustentamos, como sociedad, en tener una visión, inventadamente objetiva, común.
Comento algún análisis que hice sobre estas páginas:
"[...] Plaza Italia se parecía mucho a Plaza Italia, pero no era la real [...]". Una frase excelente que viene de la protagonista, que no tenía puesto el aumento necesario en sus anteojos, que me hace reflexionar: ¿podemos hablar de algo real? Si acotamos lo "real" a lo visible, ¿por qué hay planetas que nunca vimos que asumimos como reales? ¿Qué pasa con el imaginario? ¿Es siempre irreal o llega un punto en el que podemos hablar de que es parte de nuestra realidad? ¿La realidad es lo cotidiano? Nosotres, clase media, o baja, ¿podemos considerar real la vida de, por ejemplo, Brad Pitt?
En primer lugar, concluyo que está socialmente muy aceptado que lo real es lo que se ve ("ver para creer"). Pero, asimismo, como en todo, tenemos contradicciones enormes en nuestros discursos, incluyendo los hegemónicos/impuestos: ¿cómo es posible, sino, que tengamos debates políticos, religiosos? La religión, la política, son asuntos intangibles que muchas veces sostenemos reales, y que pueden tener más o menos base en algo concreto pero que se disparan con mucha facilidad a un plano alejado. ¿Podemos hablar de dos planos de existencia, uno material y otro subjetivo? ¿Podemos asumir que son igual de reales? Convivimos con cosas que escapan a un sustento tangible durante tanto tiempo, que considero que es imposible ya concebirnos sin él. Incluso es difícil imaginar variaciones de paradigma bruscos o totales, se encuentra casi la misma resistencia que si planteáramos un cambio material precipitado.
Ahora bien, ¿qué tanto podemos decir que el mundo tangible tiene más o igual participación en nuestra realidad que el intangible? Es decir, hoy en día las redes sociales, la tecnología en general y la política evolucionaron de tal forma que es acertado hablar de que casi no hacen caso de los límites materiales existentes.
¿Es este un análisis muy clasista? A decir verdad, sí y no. Sí, porque evidentemente la tecnología y la abstracción no forman parte del día a día de las clases más bajas, que probablemente no tengan el mismo acceso a la educación para tener conversaciones alejadas de un plano arraigado a lo vivido, y tampoco el capital para adquirir toda esa tecnología. Sin embargo, cada vez más se acerca el momento en el que, de manera arrasadora o no, de forma menos o más cuidadosa con el individuo y su mentalidad, toda la humanidad se centre casi exclusivamente en el imaginario y resida allí. Por esto también es súper importante la educación. Sin educación y con un mundo dirigiéndose a lo inmaterial, a lo volátil, es muy sencilla la manipulación, muchísimo más que antes que, al menos, la realidad tangible podía hacer de contrapeso a discursos desclasados. Si antes podíamos argumentar utilizando nuestras vivencias, hoy al hacerse todo mucho más colectivo y abstracto, cada vez es más difícil hacer contra sin tener conocimientos de un lenguaje adecuado, de ideas formadas y de instrucción en varias cuestiones.
En resumen: nuestra sociedad se dirige en avión y sin mucha escala a vivir fuera del Planeta Tierra, pero no porque nos vayamos concretamente de él, sino porque la alienación llegará a tal punto que arrasará cualquier clase de importancia que pudiera tener en nuestra cotidianeidad. El rechazo a la existencia en redes es cada vez más leve, y pronto pasaremos a desconocer otra forma de relacionarnos o, en su defecto, será primordial el uso de conceptos inventados por nosotros mismos. Porque es esto: ya no estamos descubriendo a partir de lo natural, sino que damos vueltas, estiramos y creamos a partir de nuestras propias invenciones.

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